En medio de una creciente preocupación por el cambio climático y la degradación ambiental, surgen voces jóvenes que deciden no quedarse de brazos cruzados. Una de ellas es la del piurano Guillermo Checa, un activista que ha hecho de la siembra de árboles no solo una acción ecológica, sino una verdadera causa de vida. Con más de 4 mil árboles plantados y un compromiso firme por la preservación del entorno, Checa lidera el proyecto “Sembrando Vidas”, que ya ha impactado positivamente en diversas zonas de Piura.
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Reporteros 365 tuvo la oportunidad de conversar con él sobre sus inicios, el impacto de su labor, su encuentro con el presidente Nayib Bukele en El Salvador y los desafíos de hacer activismo ambiental en América Latina.
¿Desde qué edad comenzaste este proyecto ambiental y qué te motivó a hacerlo?
Empecé en 2019, cuando decidí dejar de ser un simple espectador ante los problemas ambientales que enfrenta el mundo, como la deforestación, el cambio climático y la extinción de especies. Quería ser un agente de cambio. Todo inició con la siembra de un árbol y desde ese momento no he parado. Me inspiró tanto esa primera experiencia que sentí que no podía quedarse en un solo acto simbólico. Junto a voluntarios que se han ido sumando en el camino, ya hemos sembrado más de 4 mil árboles en Piura, lo cual me genera una enorme satisfacción personal.
¿Recuerdas cuál fue el primer árbol que sembraste y qué significó para ti?
Sí, lo sembré en el parque de mi vecindario en Galilea. Fue una experiencia muy especial. Sentí una energía tan positiva que supe que debía continuar. Cuando el árbol creció y vi cómo el entorno se transformaba, cómo aparecían aves, cómo el área se volvía más fresca y verde, entendí que un solo árbol podía iniciar un cambio. Esa imagen fue mi motivación inicial para seguir sembrando vida.
¿Cómo funciona el proyecto “Sembrando Vidas”?
Nuestro proyecto se basa en la donación de árboles a través de internet. Las personas interesadas nos envían fotos de parques o espacios donde puedan sembrarlos, además de verificar si hay puntos de agua cerca, lo que facilita el riego. Si vemos que el lugar es adecuado, les donamos los árboles, pero también les damos seguimiento. Si la persona deja de regarlo, nosotros lo incluimos en nuestras rutas de riego. Tenemos un mapeo de muchos árboles y nos aseguramos de que lleguen a su madurez para brindar todos sus beneficios. No es solo sembrar por sembrar, es hacer que los árboles crezcan y transformen su entorno.
Tu compromiso con el medio ambiente no solo ha impactado en Piura, sino que incluso te llevó hasta El Salvador, donde te reuniste con el presidente Nayib Bukele. ¿Cómo se dio ese encuentro y de qué manera estuvo relacionado con tu labor ambiental?
Todo surgió por mi deseo personal de conocer al presidente. Lo admiro por su valentía y su política de seguridad. A lo largo del 2024 planifiqué el viaje, ahorré y llegué a El Salvador sin conocer a nadie. Toqué muchas puertas, hice entrevistas, me reuní con embajadores y logré que el presidente me recibiera. Le llevé una pintura hecha con un artista peruano Praxedes Hernán Neira Camizán como símbolo de la cultura de mi país. Conversamos sobre el medio ambiente, la seguridad y sobre cómo El Salvador ha logrado cambios que podrían inspirar a otros países. También colaboré allá con el Club de Leones y participé en siembras que me permitieron aprender aún más.
¿Crees que este encuentro podría abrir oportunidades para nuevas iniciativas ambientales?
Definitivamente. El Salvador me enseñó mucho. Estuve seis meses allí y comprobé cómo una transformación es posible. Participé en actividades de siembra, compartí conocimientos con otros voluntarios y entendí el valor de la seguridad para el desarrollo de cualquier iniciativa, incluida la ambiental. El país se ha convertido en un referente para Latinoamérica y yo quiero aplicar lo aprendido en mi propia comunidad.

Finalmente, ¿qué consejo darías a quienes quieren sembrar un árbol de forma responsable?
Primero hay que evaluar el lugar, conocer qué especie se adapta mejor al espacio y asegurarse de que tenga acceso al agua. Un árbol bien sembrado puede durar décadas y beneficiar a futuras generaciones. Hay que pensar a largo plazo y actuar con conciencia. Sembrar un árbol es sembrar esperanza, y si lo cuidamos, estamos dejando una huella positiva en el mundo.