La muerte del suboficial de primera PNP José Gabriel Munive Gurmendi desató una profunda indignación nacional, no solo por la violencia con la que fue asesinado en un enfrentamiento con delincuentes en el distrito limeño de La Victoria, sino por un hecho revelador y doloroso: el chaleco antibalas que llevaba puesto lo compró él mismo. La denuncia fue hecha por su propia madre, Neryda Gurmendi, en medio del velorio, donde familiares, vecinos y compañeros exigían justicia.
“Ese chaleco se lo debió entregar la Policía Nacional. Lamentablemente, se lo compró él mismo”, declaró entre lágrimas la madre del efectivo José Munive. Esta revelación dejó al descubierto una realidad que muchos agentes enfrentan en silencio: deben costear de su propio bolsillo implementos básicos de protección porque el Estado no se los garantiza.
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El pasado domingo 3 de agosto, Munive acudió junto a su compañero, el suboficial Harry del Carpio, a atender una emergencia en los jirones Italia y San Pablo, en el distrito limeño de La Victoria. Una banda armada intentaba asaltar un camión de abarrotes. Ambos policías no dudaron en intervenir, pero lo hicieron sin los recursos mínimos para enfrentar a criminales fuertemente armados. El tiroteo duró segundos. Munive recibió un disparo por el costado derecho —zona no cubierta por el chaleco que llevaba— y la bala perforó su pulmón y su hígado muriendo en el acto. Su compañero resultó gravemente herido y una niña de siete años también recibió una bala perdida. Para colmo, una persona se acercó al cuerpo del suboficial y le robó el arma.
Indignación por abandono
La tragedia se tornó aún más escandalosa al conocerse que, mientras agentes como Munive arriesgan sus vidas con chalecos viejos, prestados o comprados con su salario, el Ministerio del Interior había destinado recientemente más de S/17 millones para la compra de 168 vehículos de lujo —entre Audis y Toyotas de última generación— en beneficio de altos mandos de la institución.
El contraste generó fuertes críticas, como la del general en retiro José Baella, quien arremetió: “No se pueden comprar camionetas de alta gama cuando faltan chalecos y armas. Los policías salen desprotegidos”.
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Por su parte, el ministro del Interior, Carlos Malaver, y el comandante general de la PNP, Víctor Zanabria, asistieron al sepelio, donde evitaron declarar sobre la indumentaria policial a los periodistas. Malaver evitó responder preguntas sobre la prioridad en las compras. “Le digo mañana”, fue lo único que dijo antes de subir a su camioneta oficial. Más tarde, sostuvo que “los policías tenían sus chalecos”, pero admitió no haber verificado el estado de los mismos.
Investigación
La Policía ha iniciado una investigación para dar con los asesinos y recuperar el arma robada. Según el general Máximo Ramírez, defensor de la PNP, José Munive portaba un chaleco con placa de Kevlar, pero el disparo lo alcanzó en una zona descubierta. También indicó que su compañero herido, al parecer, no tenía el chaleco puesto.
La viuda del suboficial Munive ha quedado sola con un niño de apenas dos años. Los vecinos y familiares han solicitado apoyo urgente para ella. “Era un buen policía, lo hizo todo bien, pero lo dejaron solo”, expresó un familiar durante el entierro, donde la frase más repetida fue lapidaria: “A mi hermano lo mandaron a morir”.
En un país donde el crimen crece y las calles se tornan más peligrosas, los policías siguen enfrentando al delito con coraje… pero sin la protección que merecen.