El cerco que durante meses tejieron las policías del Perú y Paraguay llegó a su fin este miércoles con la captura de Erick Luis Moreno Hernández, alias “El Monstruo”, cabecilla de la organización criminal Los Injertos del Cono Norte, quien cayó en una vivienda de la ciudad de San Lorenzo, a 15 kilómetros de Asunción, donde permanecía escondido desde hacía cinco días.
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La Policía Nacional del Perú confirmó la noticia a través de sus redes sociales y difundió un video del momento exacto en que decenas de agentes especiales irrumpieron en la casa. Con armas en mano y bajo estrictos protocolos, redujeron al prófugo, lo tiraron al suelo y lo enmarrocaron. Su detención marca un golpe certero contra la red criminal que durante años extendió sus tentáculos en Lima y que, tras la caída de su entorno más cercano, se encontraba en declive.
El rostro transformado de un fugitivo
Alias “El Monstruo” intentó borrar su pasado criminal a través de una drástica transformación física. Aumentó de peso, dejó crecer su barba y su cabello largo, y hasta habría recurrido a procedimientos estéticos para modificar facciones de su rostro. El objetivo era pasar desapercibido en sus desplazamientos por Brasil y luego Paraguay. Sin embargo, hubo un detalle que nunca pudo ocultar: los tatuajes que llevaba en el cuerpo y que resultaron decisivos para su identificación final.
En imágenes difundidas tras la captura, su apariencia dista mucho de la que fue compartida meses atrás cuando integró la lista de “Los más buscados” del Ministerio del Interior. “Pensaba que allá no iba a ser capturado, pero le seguíamos los pasos”, señaló el general Marco Conde, jefe de la Dirincri.

Tres meses de coordinación internacional
El ministro del Interior, Carlos Malaver, informó en entrevista radial que la captura fue resultado de un trabajo de inteligencia que duró tres meses. Durante ese tiempo, las autoridades peruanas y paraguayas intercambiaron información y coordinaron operaciones para seguir el rastro del cabecilla criminal, quien cambiaba de vivienda cada 15 días en un intento constante por eludir la justicia.
La captura se aceleró tras la detención de su pareja, su madre y otros integrantes de la organización. Estos golpes desarticularon la red de apoyo que sostenía su huida y permitieron ubicar su refugio en San Lorenzo.
El prontuario de “El Monstruo”
Como se sabe, el 28 de diciembre de 2023, Moreno Hernández ingresó al Programa de Recompensas del Mininter con un monto que llegó al millón de soles. Del mismo modo, la Octava Sala Superior Penal de Lima lo condenó a 32 años de prisión por delitos de homicidio, sicariato, hurto y microcomercialización de drogas.

Además, se le acusa de ser el autor intelectual de diversos secuestros en Lima, entre ellos el de una joven empresaria del rubro de gimnasios en Los Olivos, en mayo de 2024, caso que desató una intensa persecución policial y lo puso en la mira pública. También lideraba una red de extorsión que cobraba cupos a empresas de transporte y comercios en la capital.
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En audios interceptados por la policía, “El Monstruo” le confesaba a su madre, Martha Hernández, —hoy con detención domiciliaria— que no tenía otra forma de vida que la extorsión: “Yo cobraba a empresas que extorsionaba… me pagaban a diario las empresas de transportes”, admitía. La Unidad de Inteligencia Financiera reveló que su progenitora recibió 207 transferencias nacionales entre 2023 y 2025, por un total de S/ 89,438, dinero que habría provenido de las actividades ilícitas de su hijo.
El intento de soborno y su traslado
La caída de Moreno Hernández tuvo un episodio que confirma su desesperación. Según el comisario principal de Paraguay, Hugo Grance, el delincuente ofreció un millón de dólares a los agentes que participaron en el operativo a cambio de dejarlo en libertad. La propuesta obtuvo el rechazo inmediato y terminó esposado bajo un fuerte contingente de seguridad.
Actualmente, El Monstruo se encuentra en la base de investigación criminal en Asunción, desde donde se coordina con las autoridades peruanas su proceso de extradición o expulsión.
Durante meses, Moreno Hernández recorrió varios países de Sudamérica en un intento por desaparecer bajo una nueva identidad. Primero intentó refugiarse en Brasil, sin éxito, y luego se trasladó a Paraguay, donde confió en que el cambio de aspecto le aseguraría impunidad. Sin embargo, la cooperación internacional y la presión policial terminaron acorralándolo.
Con su captura, se cierra un capítulo marcado por secuestros, extorsiones y violencia en Lima Norte.