Entre miles de peregrinos que llegaron hasta la provincia de Ayabaca por la festividad del Señor Cautivo, una familia piurana conmovió profundamente a los devotos. Eran los familiares de Xiomara Alejandra Huertas Santiago, la joven universitaria de 18 años asesinada en La Arena, quienes viajaron hasta el santuario para cumplir una promesa pendiente y, al mismo tiempo, clamar justicia por su muerte.
Su madre, Milagros Santiago Mechato, junto a su hijo y otros parientes, ingresaron al templo con un cuadro de Xiomara en brazos y una pancarta con mensajes de amor y reclamo. Frente a la imagen del Cautivo, y con lágrimas corriendo por sus rostros, elevaron una plegaria por su hija, a quien prometieron traer algún día al santuario de Ayabaca. “Le dijimos que vendríamos juntos… y aunque no está con nosotros, hoy la hemos traído en el corazón”, expresó su madre entre sollozos.
El gesto no pasó desapercibido. Un grupo de peregrinos de Villa Vichayal, el lugar donde vivía la joven, también se unió al homenaje luciendo polos con su rostro y carteles que exigían justicia. En medio del fervor religioso, el nombre de Xiomara se convirtió en símbolo de dolor, esperanza y fe, recordando a todos que detrás de cada crimen hay una familia que sigue luchando por verdad y castigo.
Caso
Xiomara Huertas, exestudiante de la carrera de Administración de la Universidad Nacional de Piura, fue reportada como desaparecida y 23 de agosto la hallaron sin vida, enterrada en la vivienda de su tío político, Jorge Silva Álvarez, en el distrito de La Arena. La joven estaba amarrada de pies y manos y en avanzado estado de descomposición dentro de una fosa de más de tres metros de profundidad. Mientras que la Policía Nacional detuvo al presunto autor del crimen.
Ante la indignación que este caso ha generado, la Defensoría del Pueblo ha exhortado al Ministerio Público y a la Policía a actuar con rapidez y firmeza para asegurar justicia. Mientras tanto, su familia, envuelta en un duelo que no cesa, mantiene viva la fe que Xiomara profesaba. “Ella amaba al Cautivo y soñaba con venir a agradecerle. Hoy pedimos que desde el cielo vea que su madre cumplió su promesa”, dijo entre lágrimas uno de sus familiares.
Desde el corazón de Ayabaca, el clamor por justicia por Xiomara resonó entre los fieles: una súplica que unió la devoción con la esperanza de que ningún crimen más quede en el silencio.