El retorno de la bicameralidad marcará un cambio decisivo en el funcionamiento del Estado peruano. A partir de las Elecciones Generales del 2026, los ciudadanos elegirán por primera vez en más de tres décadas a diputados y senadores, un rediseño que no solo modifica la estructura del Parlamento, sino que también cambia la forma en que se elaboran y debaten las leyes en el país.
LEER MÁS: ¡El colmo! Congreso gasta más de S/500 mil en homenajes, fotos y aniversarios
El punto más resaltante de esta reforma, según el magíster Alfonso Lip Zegarra, docente de Derecho de la Universidad de Piura (UDEP), es que las normas ya no podrán aprobarse de manera apresurada o sin análisis técnico, pues todo proyecto deberá pasar por dos filtros obligatorios: primero la Cámara de Diputados y luego el Senado. Ambos tendrán la capacidad de aprobar, modificar o archivar iniciativas, lo que implica un proceso más riguroso y especializado.
Diputados y senadores
Lip Zegarra explica que los diputados serán los representantes más próximos a la ciudadanía, al tener circunscripciones basadas en la densidad poblacional. Su papel estará enfocado en recoger demandas locales, fiscalizar al Ejecutivo —incluyendo la facultad de interpelar y censurar ministros— y proponer leyes directamente vinculadas a las necesidades de sus regiones.
Los senadores, por su parte, serán elegidos por todos los peruanos mediante un distrito electoral único y asumirán una mirada más estratégica. Analizarán políticas de Estado, reformas institucionales, temas territoriales y decisiones de largo plazo, complementando así el enfoque local de los diputados con una visión nacional.
Esta doble revisión legislativa, subraya el especialista, tiene como principal ventaja la mejora en la calidad de las leyes, al evitar normas improvisadas o aprobadas sin coherencia territorial ni técnica. Sin embargo, también advierte riesgos: en un país con fuerte fragmentación política, los desacuerdos entre cámaras podrían ralentizar el proceso o trabar proyectos urgentes.
Finalmente, Lip Zegarra enfatiza que el éxito del nuevo sistema no dependerá solo del diseño institucional, sino principalmente de los representantes que elijan los peruanos. “La bicameralidad no resolverá por sí sola los problemas del país; lo determinante será la capacidad de los elegidos para trabajar con responsabilidad y visión de Estado”, sostuvo.



