Río de Janeiro vivió uno de los momentos más cruciales de los últimos años, luego del operativo policial más letal en la historia de la ciudad, que dejó al menos 132 muertos, según reportó la Defensoría Pública regional. La intervención, denominada “Operación Contención”, movilizó a más de 2.500 agentes en la zona norte de la capital carioca con el objetivo de desarticular al Comando Vermelho, una de las mayores organizaciones criminales del país.
Lo que comenzó como un despliegue de seguridad terminó en un baño de sangre. Vecinos de las favelas afectadas denunciaron que decenas de cuerpos fueron abandonados tras los enfrentamientos y posteriormente colocados en la Plaza San Lucas, en el barrio de Penha, para facilitar su identificación ante la ausencia de las autoridades. Medios internacionales como EFE y Reuters confirmaron la presencia de más de 60 cadáveres alineados, muchos de ellos extraídos del bosque de Vacaria, donde se registraron los choques más violentos.
El Gobierno de Río de Janeiro informó que durante la operación se incautaron 118 armas —91 fusiles y 29 pistolas—, 14 explosivos, una tonelada de droga y se logró la detención de 113 adultos y 10 adolescentes.
En tanto, el gobernador Cláudio Castro lamentó la pérdida de cuatro policías y afirmó que la ciudad “amaneció de luto”, mientras la Policía Militar reforzó el patrullaje en un 40 % para “garantizar la tranquilidad de la población”. Pese a ello, el miedo sigue latente en las comunidades donde el ruido de los disparos y el sobrevuelo de drones siguen siendo parte del paisaje cotidiano.

Rechazo por muertes
La magnitud de las muertes ha desatado una ola de indignación nacional e internacional. La Oficina de Derechos Humanos de la ONU expresó sentirse “horrorizada” y pidió una investigación inmediata e independiente sobre las circunstancias de las muertes. Organizaciones como Human Rights Watch y Amnistía Internacional calificaron la operación como un “fracaso de las políticas estatales de seguridad” que “sumió a la ciudad en un estado de terror”.
La tragedia ocurre a pocos días de que Río de Janeiro reciba eventos internacionales vinculados a la cumbre climática COP30, como la Cumbre Mundial de Alcaldes C40 y la entrega del Premio Earthshot del príncipe Guillermo de Inglaterra. En los últimos años, las fuerzas del orden han intensificado las operaciones antes de grandes eventos, con el argumento de asegurar la imagen de la ciudad.
El saldo de la “Operación Contención” revive un debate histórico en Brasil: la militarización de la seguridad pública y el alto costo humano que deja en las favelas. Solo en 2024, más de 700 personas han muerto en intervenciones policiales en Río, un promedio de dos por día. Mientras las autoridades defienden su accionar como una respuesta al crimen organizado, las familias de las víctimas claman justicia, entre la impotencia, el miedo y el silencio que impone la violencia.



 
                                    

