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El cóndor andino fue la estrella en el festival de Cannes

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No fue Jennifer Lawrence. Tampoco Robert Pattinson. La imagen más poderosa del Festival de Cannes este sábado no vino de Hollywood, sino de los Andes: un imponente cóndor andino —representado por un integrante del equipo de I Love Perú— sobrevoló simbólicamente la alfombra roja del Boulevard de la Croisette, dejando boquiabiertos a asistentes, fotógrafos y medios internacionales.

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Vestido con un traje de cóndor de tamaño real, el representante del documental dirigido por el actor y cineasta francés Raphaël Quenard, acompañado de su colaborador Hugo David, capturó el corazón de Cannes. La escena se viralizó al instante. Vanity Fair France no dudó en titular: “El cóndor fue la verdadera estrella del día”.

Pero el gesto fue mucho más que una anécdota o una jugada publicitaria: fue un homenaje sentido a la cosmovisión andina, donde el cóndor andino representa la fuerza, la libertad y el puente entre lo terrenal y lo espiritual. Y fue también una puerta de entrada al espíritu profundo del filme que ese mismo día se presentaba ante el mundo.

El cóndor andino fue la estrella en el festival de Cannes. Foto: Difusión.

Un viaje hacia adentro

I Love Perú, estrenado en la sección Cannes Classics, es una obra íntima, delicada y profundamente visual. En ella, Quenard se retrata a sí mismo atravesando una crisis existencial, que lo lleva a emprender un viaje hacia el Perú en busca de respuestas, sanación y una conexión auténtica con la naturaleza y los saberes ancestrales.

Lejos del lugar común del turista o del aventurero extranjero, el documental apuesta por un tono poético e introspectivo. Con una edición que tomó más de 38 semanas y meses de rodaje en distintos territorios del país andino, la cinta teje paisajes imponentes con testimonios de comunidades originarias, construyendo un relato donde la geografía y la espiritualidad se funden.

La crítica ha elogiado especialmente su fotografía, capaz de capturar los contrastes de los Andes, la calidez de sus pueblos y la profundidad silenciosa de sus ceremonias y creencias. Un cine contemplativo que conecta con una audiencia global cada vez más sedienta de autenticidad cultural.

Estrellas y símbolos en la alfombra roja

El desfile por la alfombra roja fue, como siempre, un espectáculo de glamour. Jennifer Lawrence y Robert Pattinson llegaron juntos para presentar Die, My Love, dirigida por Lynne Ramsay y en competencia por la Palma de Oro. Ella, en un vestido blanco vaporoso; él, en su impecable esmoquin y su aire desenfadado. Hubo selfies, aplausos y elegancia. Pero fue el cóndor —sí, el cóndor— quien rompió con el protocolo y capturó los flashes más poderosos del día.

El cóndor andino fue la estrella en el festival de Cannes. Foto: Difusión.

La actriz Mariska Hargitay también se hizo presente con su documental My Mom Jayne, dedicado a su madre Jayne Mansfield. Sin embargo, el comentario unánime de los medios fue que el cine latinoamericano, en especial el peruano, había logrado ese día uno de los actos más simbólicos y memorables del festival.

¿Volará el cóndor andino hasta el Perú?

La pregunta ahora es cuándo podrá verse I Love Perú en salas nacionales o plataformas digitales. Por ahora, no hay una fecha de estreno confirmada en territorio peruano, aunque la excelente recepción en Cannes —y el poderoso eco mediático— hacen prever que el filme encontrará pronto distribución internacional.

Más allá del circuito de festivales, I Love Perú se instala como una obra que honra con honestidad y respeto la riqueza cultural de un país que, en medio de contradicciones, sigue ofreciendo al mundo su sabiduría milenaria.

El vuelo del cóndor en Cannes no fue un simple gesto folclórico. Fue una declaración de principios. Una señal de que el cine puede ser ritual, memoria y puente entre mundos. Y, sobre todo, un recordatorio de que, en pleno siglo XXI, las historias más potentes no vienen de los efectos especiales, sino de las verdades más antiguas.

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