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Ashley Vargas fue encontrada en el mar: su cuerpo permanecía atado a la cabina del KT-1P

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Luego de 16 días de angustiosa búsqueda, la historia de la subteniente FAP Ashley Vargas Mendoza ha llegado a un trágico desenlace. Su cuerpo fue hallado sin vida dentro de la cabina del avión KT-1P que pilotaba el pasado 20 de mayo, cuando desapareció durante una misión de instrucción cerca de la isla Zárate, en la costa de Paracas.

La confirmación llegó tras una operación conjunta entre la Fuerza Aérea del Perú y la Marina de Guerra, que utilizó un robot submarino desplegado desde el buque oceanográfico BAP Carrasco. La aeronave fue localizada sumergida frente a la playa Mendieta, dentro de la Reserva Nacional de Paracas, y en su interior se hallaba la joven oficial, aún sujeta al asiento con el cinturón de seguridad.

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Las primeras imágenes obtenidas por el robot revelaron que Ashley no logró accionar el mecanismo de eyección. La cabina del avión permanecía intacta, atrapada entre la vegetación marina del fondo marino. De acuerdo con fuentes militares, se presume que la corriente habría desplazado la aeronave desde el punto de su último contacto —cerca de la isla Zárate— hasta donde finalmente se estancó, entre bancos de algas.

En los últimos días, ya se habían recuperado fragmentos del avión, incluyendo el fuselaje y un alerón extraído del fondo del mar. El hallazgo del lunes 2 de junio permitió ubicar los restos mayores, lo que derivó finalmente en la localización del cuerpo.

Aunque el rescate completo aún no es posible por las condiciones técnicas y oceanográficas, los familiares de la piloto ya tienen conocimiento del hallazgo.

Una carrera brillante truncada en pleno ascenso

Ashley Vargas Mendoza tenía 24 años y era considerada una de las pilotos más destacadas de su generación. Egresó como la primera de su promoción y recibió la espada de oro, máxima distinción de la Escuela de Oficiales de la Fuerza Aérea, de manos de la presidenta Dina Boluarte.

El vuelo del 20 de mayo formaba parte de una misión de navegación táctica, correspondiente a la segunda fase del entrenamiento para pilotos. De haber culminado con éxito, habría pasado a la etapa final y recibido la asignación definitiva de aeronave.

Sus instructores y compañeros destacan que Ashley seguía ocupando el primer lugar entre los 11 jóvenes oficiales que conformaban su grupo de entrenamiento. Estaba llamada a ser parte de una nueva generación de aviadores militares altamente capacitados.

¿Por qué no se eyectó?

La eyección es el último recurso que tiene un piloto cuando la aeronave presenta una falla incontrolable. A través de un sistema de pirocartuchos, el asiento es expulsado violentamente fuera del avión, permitiendo que el piloto abra su paracaídas y se salve. Sin embargo, en este caso, todo indica que Ashley no tuvo la oportunidad de hacerlo: las condiciones habrían sido tan críticas y repentinas que le impidieron ejecutar el procedimiento.

Dolor en la FAP y llamado a la reflexión

El caso ha generado un profundo impacto en las Fuerzas Armadas y en la ciudadanía. La historia de Ashley —una joven disciplinada, talentosa y admirada— se convirtió en símbolo de esfuerzo y vocación de servicio. Su trágica partida deja no solo una familia devastada, sino también una institución que pierde a una de sus más prometedoras oficiales.

Mientras continúan las labores para recuperar los restos del avión y del cuerpo, se espera que las investigaciones determinen con claridad qué ocurrió durante aquel vuelo que terminó en tragedia. Por ahora, el país despide con honores a una piloto que soñó con surcar los cielos y murió cumpliendo su deber.

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