La ciudad de Cali vivió este jueves 21 de agosto una de sus jornadas más violentas en la última década tras un atentado con un camión cargado de explosivos que estalló a pocos metros de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez. La explosión dejó al menos cinco personas muertas y 36 heridas, según el más reciente balance de la Alcaldía.
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La magnitud del ataque quedó reflejada en videos difundidos en redes sociales: automóviles en llamas, viviendas con las fachadas destruidas, un supermercado colapsado y personas ensangrentadas en el piso, mientras organismos de socorro intentaban atender la emergencia.
El presidente Gustavo Petro confirmó la autoría del atentado al Estado Mayor Central (EMC), la mayor disidencia de las FARC, al que responsabilizó de ejecutar una “reacción terrorista” frente a la ofensiva militar en el Cañón del Micay, en el vecino Cauca. El mandatario ordenó reforzar la seguridad de Cali y anunció restricciones al tránsito de camiones de más de cuatro toneladas entre las 7:00 p.m. y las 4:00 a.m., como medida preventiva.
La explosión sembró el pánico en la Carrera Octava, una de las avenidas más transitadas de la capital vallecaucana. La onda expansiva alcanzó colegios, negocios y viviendas. “Los niños de la jornada de la tarde tuvieron que ser entregados a sus padres por el susto que provocó el estallido”, relató Héctor Fabio Bolaños, rector de un colegio cercano. Alexis Atizábal, empresario textil de la zona, añadió: “Aquí en la fábrica quebró vidrios y hubo daños materiales. Afortunadamente no hubo fallecidos en nuestra área”.
Recompensa
La Alcaldía ofreció una recompensa de 400 millones de pesos (unos 100.000 dólares) por información que lleve a los responsables, mientras el ministro del Interior, Armando Benedetti, convocó a una reunión urgente con autoridades locales para diseñar una estrategia que permita desarticular a las redes criminales que operan en la región.
Pero, esto no es un hecho aislado. Apenas en julio pasado, Cali y municipios cercanos sufrieron una serie de ataques con explosivos y drones que dejaron siete muertos, evidenciando que la tercera ciudad más importante de Colombia se ha convertido en epicentro de la disputa entre guerrillas y grupos narcotraficantes que se pelean el control del multimillonario negocio de la cocaína con destino a Estados Unidos y Europa.
Finalmente, con este nuevo atentado, la capital del Valle del Cauca se sumerge de nuevo en un clima de miedo y zozobra que revive los peores recuerdos de la violencia en el país; mientras las autoridades intentan contener una escalada criminal que amenaza con recrudecerse.