En el distrito de Cura Mori, la severa crisis hídrica que actualmente afronta la región, ha dejado a 2,500 agricultores en una situación al límite, con cientos de hectáreas de cultivos completamente perdidas. Ángel Yovera Timaná, presidente de la comisión de regantes de La Bruja, denuncia que la falta de agua devastó los sembríos de arroz y maíz, y advierte que las pérdidas superan los dos millones de soles.
“La mayor parte de los cultivos ya están perdidos, y los agricultores quedamos endeudados”, explica.
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De acuerdo a Yovera Timaná son 300 hectáreas de arroz y 250 de maíz totalmente perdidas, debido al agotamiento de recursos hídricos, como el dren Sullana, que se usó desesperadamente como último recurso para salvar las cosechas hace unas semanas, pero resultó insuficiente. Esta situación, asegura, se habría mitigado con una respuesta del Estado de manera oportuna y temprana, además de un manejo preventivo. Sin embargo, la declaratoria de emergencia llegó tarde, dejando a los agricultores sin salvavidas para sus cultivos y sin el respaldo inmediato de motobombas o recursos.
“Nosotros invertimos en cada hectárea de arroz 7 mil 500 soles, es decir, por 300 hectáreas hablamos de más de 2 millones de soles en pérdidas que ahogan a los agricultores”, enfatizó.
Agricultores de Cura Mori olvidados
La comisión de regantes solicita la perforación y rehabilitación de pozos para preparar la zona contra futuras sequías y evitar que las deudas empujen a los agricultores al borde del embargo de sus tierras. Además, Yovera sugiere implementar programas de empleo temporal para las familias que han perdido su sustento. “Las próximas autoridades deben tomar esto como una lección. La escasez de agua no solo es un problema de hoy; será el gran desafío de mañana”, sentencia, apelando a una visión a largo plazo y políticas estructurales para enfrentar los embates de la crisis climática.
El problema, explica Yovera, no solo afecta a los agricultores, sino que también impacta al mercado local, donde estos productos abastecen a cientos de familias. Sin embargo, la ayuda prometida sigue sin llegar a las manos de quienes la necesitan. «Desde 2017, cuando perdimos cosechas por el desborde del río Piura, vivimos en medio de la postergación por parte de las autoridades. Ahora nuevamente estamos solos, enfrentando deudas y sin un futuro claro”, enfatiza.
