Piura atraviesa una crisis silenciosa que golpea directamente su desarrollo. Según la Contraloría General de la República, durante el primer semestre de este año se han identificado 128 obras paralizadas en la región, por un valor que supera los S/3,900 millones. La cifra representa más del 50% de incremento respecto al 2024, y pone en evidencia un problema estructural en la gestión pública regional: obras que no avanzan, recursos inmovilizados y ciudadanos que siguen esperando servicios básicos.
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Los sectores más afectados son Transporte y Vivienda, Construcción y Saneamiento, donde la ineficiencia y la falta de planificación técnica han derivado en proyectos inconclusos, sobrecostos y plazos que se dilatan sin control.
“Cuando un proyecto se paraliza, se frena el avance de la región. Cada día sin carretera, hospital o red de agua es un día más lejos de mejorar la calidad de vida. Si lo urgente se posterga, se debilita la confianza ciudadana”, advirtió Germán Vega, economista de la Red de Estudios para el Desarrollo (REDES).
Transporte: S/1,300 millones inmovilizados y vías inconclusas
El sector Transporte concentra 24 obras paralizadas que representan S/1,300 millones sin ejecutar. El impacto es visible: calles destruidas, accesos bloqueados y un comercio que se resiente ante la falta de infraestructura adecuada.
Un ejemplo emblemático es la obra de pistas y veredas en la avenida Sullana, en la capital regional. Programada para octubre de este año, su entrega ha sido reprogramada hasta febrero de 2026. Los comerciantes de la zona denuncian pérdidas de hasta el 40% en sus ventas y temen no recuperarse en la campaña de fin de año.

A ello se suma que, de los más de 500 proyectos activos en Piura, 155 presentan sobrecostos y 147 tienen retrasos superiores a un año y siete meses, de acuerdo con el Consejo Privado de Competitividad. El escenario deja ver un patrón: obras que avanzan en el papel, pero no en el territorio.
Agua y saneamiento: la urgencia que no se atiende
En el sector Vivienda, Construcción y Saneamiento, la situación es igual de crítica. Actualmente existen 31 obras paralizadas por un monto de S/873 millones, mientras otras 360 permanecen en ejecución, pero con serios problemas de eficiencia: 101 con sobrecostos y 97 con retrasos mayores a dos años y siete meses.
De acuerdo con cifras del Ministerio de Economía y Finanzas, la mitad de los proyectos de agua potable en Piura no supera el 20% de avance físico, lo que explica una realidad cotidiana alarmante: solo uno de cada seis hogares tiene agua las 24 horas del día. El resto vive entre cortes constantes y almacenamiento en baldes o tanques.
“Muchos proyectos se formulan sin una planificación de largo plazo ni estudios de preinversión completos. Esa debilidad técnica genera paralizaciones, sobrecostos y plazos que se extienden indefinidamente. Urge fortalecer la gestión pública regional y local”, precisó Vega.
Ineficiencia que cuesta
“Cada sol inmovilizado en una obra inconclusa representa una oportunidad perdida para cerrar brechas sociales. En Piura, los proyectos detenidos equivalen a más del 60% del presupuesto anual de inversión regional, lo que refleja la magnitud del problema”, detalla Germán Vega.
A esto se suman deficiencias estructurales: equipos técnicos insuficientes, expedientes mal elaborados, deficiente supervisión y limitada capacidad de gasto. El resultado es un círculo vicioso donde los proyectos se reformulan una y otra vez, encareciendo la inversión pública y debilitando la confianza ciudadana.
Una región que no puede esperar más
Los especialistas coinciden: el desafío no está solo en gastar, sino en invertir con eficiencia y transparencia. Piura necesita equipos técnicos capacitados, control ciudadano y decisiones políticas que prioricen el bienestar colectivo sobre los intereses particulares.
“El verdadero reto está en invertir mejor. Cada sol debe traducirse en bienestar tangible: calles transitables, hospitales operativos y agua que llegue todos los días. No se trata de gastar más, sino de gastar bien”, concluyó el economista de REDES.
Mientras tanto, la realidad se impone: carreteras inconclusas, barrios sin agua y obras que se deterioran antes de ser inauguradas. Piura sigue detenida —no por falta de recursos, sino por una gestión que no logra ponerlos en marcha.



