Tras el inicio de su segundo mandato, Donald Trump emprendió la deportación masiva de inmigrantes de Estados Unidos, una postura irónica entre su legado familiar y sus políticas pública. Ello debido a que, su madre Mary Anne MacLeod, emigró a suelo americano el 11 de mayo de 1930, con tan solo 18 años desde su natal Escocia y 50 dólares en el bolsillo en busca de nuevas oportunidades que su país no podía ofrecerle.
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El viaje de una soñadora
Originaria de Tong, un pequeño pueblo en la isla de Lewis, Escocia, Mary Anne MacLeod creció en una familia numerosa, enfrentando limitadas perspectivas económicas. Según el historiador Michael D’Antonio, la pobreza y la falta de hombres disponibles para matrimonio tras la Primera Guerra Mundial motivaron a muchas mujeres a emigrar, entre ellas MacLeod, quien siguió los pasos de tres de sus hermanas ya establecidas en Estados Unidos.
MacLeod partió del puerto de Glasgow el 2 de mayo de 1930 a bordo del barco Transilvania, llegando a Nueva York nueve días después. Documentos de la época indican que contaba con una visa de inmigrante, lo que contradice las afirmaciones de algunos medios sobre su supuesta entrada como turista. Su destino final fue la casa de su hermana en Astoria, Queens, y su ocupación registrada como «doméstica» sugiere que trabajó en el servicio doméstico, una labor común para mujeres inmigrantes de su generación.
Tras una breve visita a Escocia en 1934, Mary Anne regresó definitivamente a Estados Unidos, asegurando su residencia permanente y, en 1942, obtuvo la ciudadanía estadounidense. Con el tiempo, formó una familia con Fred Trump, un empresario de ascendencia alemana, y juntos criaron a cinco hijos, entre ellos Donald Trump.
Un contraste que genera debate
Aunque la historia de MacLeod representa el sueño de muchos inmigrantes, su legado contrasta profundamente con las políticas migratorias que su hijo impulsó como presidente. Donald Trump ha promovido medidas como la eliminación de la ciudadanía por nacimiento y el Proyecto 2025, diseñado para aumentar las deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados.
Barry Moreno, historiador del Museo Nacional de Inmigración de la Isla de Ellis, señala que MacLeod representa una generación de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos con esperanzas y aspiraciones, construyendo una vida mejor en un contexto que ofrecía más oportunidades para los recién llegados. No obstante, medios estadounidenses han destacado cómo Trump ha minimizado las circunstancias migratorias de su madre, asegurando que su entrada al país fue con fines turísticos, una versión desmentida por documentos oficiales.
El peso de la historia familiar
La experiencia de Mary Anne MacLeod como inmigrante no solo pone en evidencia las contradicciones del discurso político de su hijo, sino que también refleja la importancia de las políticas de apertura migratoria en el desarrollo de Estados Unidos. Mientras MacLeod logró establecerse, trabajar y formar una familia, las actuales restricciones propuestas por Trump dificultarían que personas en situaciones similares pudieran lograr lo mismo hoy en día.
El legado de MacLeod es, en muchos sentidos, un testimonio de la resiliencia y el esfuerzo de los inmigrantes. Sin embargo, la disonancia entre su historia personal y las políticas de su hijo genera un debate sobre el trato hacia quienes, como ella en su momento, solo buscan una oportunidad para prosperar.